La vacunación de gatos, junto con otros tratamientos preventivos veterinarios entre los que incluimos los tratamientos antiparasitarios, tanto internos como externos, y la identificación mediante microchip son varios de los cuidados que es importante dispensar a nuestros gatos durante toda su vida.
La identificación
El microchip es un dispositivo inocuo que se introduce bajo la piel del animal a través de un procedimiento sencillo, inyectándolo, y que sólo se realiza una vez en toda la vida del gato.
La identificación con microchip de los gatos, aunque no es obligatoria excepto en el caso de viajes, es altamente recomendable ya que el comportamiento escurridizo de estos felinos los hace propensos a escaparse con facilidad. Se dan multitud de casos de gatos encontrados heridos, no identificados, que llegan a las clínicas veterinarias, a perreras o a refugios y que, desgraciadamente, no pueden ser atendidos correctamente por la incapacidad de localizar a sus dueños.
La vacunación
Las enfermedades infecciosas en gatos son muy frecuentemente diagnosticadas debido a la falta de conciencia sobre la importancia de la vacunación en esta especie. Ningún gato está completamente aislado en su entorno aunque tenga una vida exclusivamente de interior, ya que existen enfermedades que se transmiten a través del aire o pueden ser transportadas por los humanos accidentalmente. A todo esto debemos añadir que las colonias de gatos sin dueño y descontroladas desde el punto de vista sanitario, que proliferan en las ciudades, representan un foco continuo de virus y bacterias que aumentan el riesgo de contagio a nuestros gatos domésticos.
La vacunación anual de los gatos es necesaria.
Independientemente del estilo de vida que lleve nuestro gato, hay vacunas indispensables que todos los gatos deberían recibir: vacuna frente a panleucopenia, vacuna frente a calicivirus y frente a herpesvirus, que generalmente se aplican en una única inyección, la comúnmente llamada “vacuna trivalente”.
Existen otras vacunas que se administrarán, o no, en función de si nuestro gato es de vida interior o exterior, del contacto que pueda tener con otros gatos y de si viaja. Estas son: vacuna contra la leucemia, la Chlamydophila y la rabia. En la Clínica Veterinaria Son Dureta hacemos estudios precisos sobre el estilo de vida de tu gato y los riesgos para personalizar la pauta de vacunación y desparasitación que se adaptará a sus necesidades.
Previamente a la vacunación es importante siempre hacer una buena exploración del gato y comprobar que no padece ninguna enfermedad y que no tiene parásitos externos ni internos.
Es recomendable hacer test en sangre para valorar si nuestra mascota es portadora de leucemia vírica y/o inmunodeficiencia. Si el test es positivo a virus de leucemia, es necesario repetirlo entre 1 y 2 meses después, en el caso de que se confirme que es positivo, no se recomienda vacunarlo frente a dicho virus.
Si es positivo a inmunodeficiencia, se recomienda repetir el test cuando el gatito sea mayor de 6 meses. Si se confirma la enfermedad y no tiene síntomas asociados a la enfermedad, se recomienda aplicar la pauta normal de vacunación.
En los gatitos, la pauta de vacunación se puede iniciar a partir de las 8-9 semanas de edad. La vacuna trivalente y la vacuna contra la leucemia se pueden administrar el mismo día o en días separados según el desarrollo y la inmunidad del animal.
Las vacunas requieren un refuerzo y 4 semanas después de la primera administración, y al año, se repetirán. A partir del segundo año se puede adaptar la pauta según el riesgo. En gatitos de vida exterior se recomienda aplicar una tercera dosis de vacuna trivalente debido a la necesidad de reforzar la inmunidad frente a panleucopenia a partir de las 16 semanas de vida.
La vacuna de la rabia es obligatoria en todos los gatos mayores de tres meses que viajen (debe aplicarse con un mínimo de tres semanas de antelación a la fecha del viaje) y es muy recomendable en los gatos que tienen acceso al exterior debido al descontrol sanitario de las poblaciones salvajes. La Organización Mundial de la Salud recomienda que al menos el 80% de la población felina esté vacunada contra la rabia para evitar contagios, recomendación que por desgracia no se cumple ya que actualmente la estimación de gatos vacunados no llega al 2%.
La vacuna frente a Chlamydophila felis puede ser interesante en algunos casos de riesgo, el veterinario debe valorar si es necesaria.
Resumiendo en gatos:
A los gatos se les vacuna contra: el herpesvirus, calicivirus, panleucopenia, leucemia vírica, Chalmydophila felis y rabia.
- Primera vacunación a las 8-9 semanas
- La segunda vacunación a las 12-13 semanas
- Para los gatos que viajan es obligatoria la vacuna de la rabia que se puede aplicar a partir de los 3 meses de edad.
- Revacunación al año y posteriormente en función del riesgo ambiental, viajes, etc.
La desparasitación
Desparasitación interna:
Los parásitos internos afectan en su mayoría al sistema gastrointestinal y pueden dar sintomatología o pasar desapercibidos sin causar alteraciones evidentes, por este motivo es importante chequear periódicamente si nuestro gatito tiene parásitos y de qué tipo y así administrar el tratamiento correspondiente.
Previamente a la vacunación se recomienda administrar antiparasitarios, ya que la presencia de parásitos puede interferir en el correcto desarrollo de las defensas y disminuir la eficacia de la vacuna. Los antiparasitarios pueden variar en presentación o forma de administración según el criterio veterinario, el peso, la edad y el carácter del paciente.
Habitualmente se recomienda desparasitar cada 3-6 meses según el estilo de vida del gato, si hay niños o personas con bajas defensas en la casa, etc. pero es interesante realizar análisis coprológicos (de heces) previos para valorar si es necesaria la desparasitación y cuál es el producto más correcto para cada caso.
Desparasitación externa
Se debe aplicar mensualmente independientemente del estilo de vida del gato. En este caso también hay diferentes opciones como pipetas de aplicación en la piel y comprimidos vía oral.
En los lugares con clima cálido, tipo mediterráneo, es recomendable tener un especial cuidado con el tratamiento antipulgas ya que las temperaturas altas incluso en invierno favorecen el ciclo de desarrollo de estos parásitos y pueden convertirse en una auténtica plaga.
Un tratamiento continuo contra las pulgas durante todos los meses del año es la única medida que permite evitar la contaminación del entorno del animal, ya que si éste se produce se puede transformar en un problema de salud para toda la familia y es extremadamente complicado y laborioso volver a sanearlo.